golfista

lunes, febrero 16, 2015


  


Hacia más de tres años y medio desde que escuchó por última vez su voz y por mucho que se empeñara, era como si fuese ayer, le daba una y otra vez vueltas a aquellas palabras que se grabaron en su alma con tal intensidad que por mucho que quisiera no era capaz de echarlas de su mente. Pensó que el tiempo iba a borrar todo lo vivido, lo poco vivido, pero se mostraba día tras día con una intensidad y una fuerza que le hizo tomarse unas horas para reflexionar sobre lo que ocurría.

Era una persona que siempre tenía muy claro porqué luchar, se pensaba honesta e íntegra, valiente, sincera... creía que cuando algo no merecía la pena era mucho mejor deshecharlo y seguir adelante, alguien muy querido le había dicho un día que el miedo solo ejerce en la vida para estancarse y la experiencia vivida de muchos años le había confirmado que así era. Y ahora, después de tanto tiempo pasado, tenía miedo a levantar el teléfono, no sabía muy bien como hacer, cientos de veces había buscado el número y a la hora de marcar no era capaz. Historia inacabada que sólo le hacía pasar por todos los estados que el ser humano experimenta, a veces era tristeza, otras rabia y muchas otras la mayoría, sentirse conforme con la decisión tomada aunque no la entendiera.

Una constante en su vida era vivir intensamente cada momento, cada situación, sentir la brisa de la vida deslizarse por su cuerpo siempre le reportó una gran serenidad y durante esos años había conseguido seguir fiel a sus convicciones, menos cuando en su mente aparecía la historia inacabada, siempre o casi siempre cuando se acostaba, durante unos minutos revivía esas horas, ese tiempo que tanto sin saberlo, le había aportado. 

Conoció el miedo y le entendió, conoció la paciencia y la puso en práctica, conoció la historia de otra persona y con el paso del tiempo también la entendió, aunque en aquel momento le hiciera tanto daño, es más, todavía dolía y de qué manera..... Era como un nexo imposible de arrancar, o tal vez es que no quisiera que desapareciera. Tantos sentimientos rememorados con tal fuerza que ya eran parte de su ser.

Un aprendizaje de vida tan intenso y doloroso, sólo podía ser bueno para mejorar como persona y esperaba que el Universo en todo su esplendor le guiara por el camino correcto, como creía que era ahora.

Y así de repente, un rayo de sol entró por la ventana directo a sus ojos despertando con un sobresalto su cuerpo atenazado por el sueño y con unas sonrisa en sus labios sólo logró decir "GRACIAS".